22 de abril de 2009

El valor de los cuentos


Hace poco me atreví a contarle un cuento a mi hijo completamente inventado, sin libros ni dibujos, improvisando. Lo cierto es que les leemos muchos cuentos, sobre todo al niño, que es quien está más dispuesto a escuchar... A la niña le llaman la atención los dibujos durante un rato, pero después se dedica a estirar de las hojas y moverse mas que un chinche, asi que no es tarea fácil contarles un cuento a los dos juntos. Cuando lo hacemos en la cama, antes de ir a dormir, se crea todo un ritual... Primero se ponen contentísimos de que llega la hora del cuento, después se sientan, yo me subo en la cama con ellos, el niño se pone a un lado mío, muy pegadito, y la niña se espera hasta que me he sentado para hacerlo ella entre mis piernas. Y leemos el cuento... Además, crear la rutina de leer un cuento antes de ir a dormir, es una de las cosas aconsejables para los niños que padecen terrores nocturnos.


Como decía, el otro día le conté a mi hijo un cuento inventado... Al principio no estaba demasiado interesado, pero conforme el cuento fue desarrollándose, fue ganando en emoción, y mi hijo, extasiado y completamente sumergido en su historia, escuchaba atento y con los ojos como platos. No voy a contarlo aquí... entre otras cosas porque duró como una hora! Pero se trataba de un niño que vivía una aventura estupenda donde conocía nuevos amigos que al final del cuento, improvisé presentándolos como una especie de amigos imaginarios, amigos de sueños. Volaba en unicornio hasta una isla, se sumergía en un mar lleno de vida, se lanzaba en carros de madera de un árbol a otro... lo cierto es que me emocioné hasta yo, jajaja...


Creo que vivimos un momento donde los niños lo tienen todo masticado, hay algunos que no se despegan de la TV o las consolas... y creo que hacer eso, dejarles o ofrecerles eso como una opción, es destrozar su infancia. Creo, en mi humilde opinión, que los niños necesitan fantasía e imaginación, y que hemos de darles las herramientas para que puedan hacer uso de ellas, para que aprendan a hacerlo y lo hagan de forma habitual. El resto de la vida la pasarán viviendo la cruda y dura realidad, así que... ¿qué tiene de malo que crean en hadas, animales fantásticos y duendes que se esconden tras las paredes durante los cortos años de su niñez?


El otro día leí en el libro CUENTOS PARA CHIQUITINES , de Heidi Bieler (maestra de educación infantil en Centros Waldorf ), que no se deben cambiar los finales de los cuentos para eliminar un final no-feliz. Que ellos comprenden mucho más de lo que creemos, y que lo que no alcanzan a comprender, lo adaptan a su visión de las cosas, así que no ha de manipularse un final dramático porque con ellos también aprenden. En su prólogo, Heidi Bieler también comenta que si contamos un cuento a niños de diferentes edades, un día contaremos el cuento adaptado al mayor, y otro día el ideal al menor. ¿Y cómo saber cúal es cuál? Pues os copio una cita que hace de Rudolf Steiner, científico y pensador austríaco, creador del método Waldorf.:



"Antes del cambio de los dientes, los cuentos que se cuentan a los niños tienen
que tener como única meta: alegría, vitalidad, serenidad, buen humor. Después,
el cuento tiene que dar al alma imágenes de la vida para querer hacer lo mismo".



Heidi también comenta que para niños pequeños, que aun no se llaman a sí mismo "YO", lo ideal serían pqeueñas rimas o cancioncillas repetitivas, que pueda aprenderse, cantándolas o recitándolas una y otra vez. Para los que son un poquito mayores, que ya se reconocen como un "yo", los cuentos ideales serían aquellos en los que se repiten los mismos personajes y/o situaciones, se van añadiendo al cuento uno detrás de otro y se van eliminando por el mismo orden... y después de haberlo contado unas cuantas de veces, animar al niño a intervenir equivocándonos a propósito para que el nos corrija. Además indica que es mejor que nos familiaricemos con el cuento antes de contárselo, para que podamos narrarlo con mayor credibilidad.


Y buscando cuentos, he encontrado esta estupenda página, CUENTOS PARA DORMIR, desde donde os copio esta reflexión que me ha parecido muy interesante.

Disfrutadlo... y a leer e inventar!





Existen numerosos escritos de gente muy reputada hablando de los muchísimos beneficios que tienen los cuentos, no sólo en la educación del niño, sino en la vida familiar. Lo que aquí os presento es una valoración personal de los puntos que considero más importantes, haciendo especial hincapié en aquellos que no se suelen mencionar, pero que pueden ser de gran ayuda.


La mayor ventaja educativa, sin duda ninguna, es la capacidad que tiene un cuento de transmitir valores. Quizás no hayamos reparado conscientemente en ello, pero si lo analizamos, la mayoría de los valores más firmemente arraigados en nuestra propia personalidad llegaron a nosotros de la mano de algún cuento: los 3 cerditos, por ejemplo, nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era más rentable trabajar que ser un holgazán.Esto no es casualidad. Todas las historias, y los cuentos son una más, tienen un argumento lógico que une las distintas partes, haciéndolas mucho más fáciles de recordar. De esta forma, nuestra memoria almacena precisamente ese hilo argumental porque es el pegamento de todos esos elementos, y por tanto la forma más sencilla de tener acceso al resto de detalles de la historia. Y es precisamente la moraleja el mejor resumen de un cuento, y por tanto lo que mejor retenemos del mismo. Así, por ejemplo, uno puede olvidar detalles de lo que decían la cigarra y la hormiga, pero no olvida que una holgazaneaba mientras la otra trabajaba para almacenar comida.
En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior, está la utilidad de los cuentos para enseñar cosas nuevas. Precisamente por la facilidad con que se recuerda la historia principal, y por su importancia como nexo de unión, el cuento permite acceder fácilmente a los demás detalles. De hecho, las historias han sido utilizadas siempre para transmitir ideas y conocimiento, empezando por la mismísima Biblia y el propio Jesús de Nazareth, cuyas parábolas fueron una forma de enseñanza realmente reveladora. Yo mismo aún recuerdo el caso de un compañero de clase en el colegio que siempre sacaba malas notas, que sorprendió a todos con una nota excelente en un examen de historia de la primera guerra mundial precisamente porque había estado viendo un par de películas sobre el asunto...


Pero además de ser potentes herramientas de educación y enseñanza, los cuentos inventados y personalizados antes de dormir permiten establecer un nexo fortísimo con los niños. Al ser inventados y originales cada día, quien los cuenta debe dedicar toda su capacidad y atención, aunque sólo sea durante ese momento; y eso es algo que los niños, acostumbrados a ser el centro de atención de actos, pero no de pensamientos (muchos padres tienen demasiadas preocupaciones como para aparcarlas totalmente, aunque sólo sea un rato) perciben con gran agradecimiento y entusiasmo. Y al personalizarlos (yo siempre les dejo escoger los personajes principales de la historia), los padres se obligan a escuchar y atender a sus hijos, y los niños se sienten verdaderamente especiales. Esa carga emotiva tan grande es otro importante factor que facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en esos cuentos. Yo mismo he podido comprobarlo las numerosas ocasiones en que mis hijos me han sorprendido recordando detalles increíbles de cuentos que les había contado hacía ya mucho tiempo y de los que no habíamos vuelto a comentar nada.


Finalmente, contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños acostados, tal y como me gusta a mí hacerlo, es una ayuda muy eficaz para contrarrestar la falta de atención que sufren muchos niños actualmente , provocada por vivir en un mundo con tantos sobreestímulos visuales. Bajo la débil luz del pasillo, y con la tranquilizadora presencia de sus padres, los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse al mundo del cuento, y sin darse cuenta, están aprendiendo a centrar su atención; no sólo eso, además lo hacen utilizando el oído como sentido primario, muy al contrario de lo que habrá sucedido durante el día. Yo suelo aprovechar esta situación para estimular aún más su parte visual, pero en el aspecto creativo, que ante tantos estímulos tan perfectamente fabricados, muchos no desarrollan debidamente; así que lleno los cuentos y sus personajes de marcados y vivos colores, obligándoles a imaginar cada parte del cuento.


No quiero acabar sin remarcar las ventajas de personalizar los cuentos (a quien le parezca difícil hacerlo cada día, aquí cuento cómo hacerlo de forma facilísima). Un cuento personalizado es una herramienta increíblemente eficaz para "analizar" los comportamientos de los niños durante ese día. Aprovechando la cercanía en el tiempo y la frescura de sus recuerdos sobre lo acontecido, mediante el cuento podemos alabar lo que hayan hecho bien, o censurar y tratar de cambiar aquello que no hicieron tan bien. En ese momento tan emotivo, los niños están tan accesibles y dispuestos, que un cuento que ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de sermones y buenas palabras.


1 comentario:

  1. Hola Mireia,
    Tus artículos destacan por estar muy bien escritos, tocar muchos detalles, ser esclarecedores, ofrecer otros puntos de vista y sobretodo por dar una información muy útil, yo todavía no tengo hijos, y si algún día vienen, tengo tu web como referencia primera, porque me parece muy interesante y muy muy útil; leer cuentos a los niños es algo que sin duda haría,
    Gracias por esta web!!
    Saludos!!

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